
- Definir bien la táctica y la estrategia que seguirá la empresa.
- Asistir a ferias y salones, primero como espectador, para aprender de la competencia.
- Establecer, en la medida posible, un contacto directo con el cliente y escucharlo; las experiencias intercambiadas son una gran fuente de adquisición de conocimientos.
- Integrarse en la cultura del país de destino: ser flexible y tener una mentalidad abierta, ya que tarde o temprano se producen choques culturales.
- Buscar un nicho de mercado y captar las oportunidades de negocio.
- Invertir y reinvertir en I+D; la innovación es fundamental para no perder competitividad.
La internacionalización es difícil, pero imprescindible y posible; en este punto, no debe enfocarlo como una apuesta transitoria, sino como la implicación de todo el know-how de los miembros de la empresa. El proceso de expansión internacional permite aprender mucho a los que inician el proceso, lo que le otorga un gran valor de incentivo.
Es de vital importancia en este proceso, la diversificación de mercados y clientes, permitiendo disminuir los riesgos.
El optimismo que se genera cuando se empieza a obtenerse resultados: si la empresa crece, el equipo directivo y los trabajadores también lo hacen, por lo que todo el mundo está entusiasmado y contento; El liderazgo y trabajo en equipo forma para esencial del proceso de internacionalización de la empresa.

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