El hecho de conseguir certificar nuestro producto como orgánico es una enorme ventaja desde el punto de vista comercial, aunque legalmente no sea obligatorio
La elaboración de un producto orgánico es el resultado de un sistema de alimentación diferente del tradicional. Se trata de un alimento libre de químicos y de sustancias tóxicas reales o potenciales. Esto permite mantener los alimentos con sus propiedades naturales, vitaminas, minerales, azúcares y proteínas sin contaminantes ni conservantes, lo cual mejora sus propiedades nutritivas y realza su aroma, su sabor y también su color.
Además de los valores nutricionales que aportan a la persona que los ingiere, los Productos Orgánicos se destacan también porque se elaboran sin alterar la naturaleza, es decir, conservando la biodiversidad y sin contaminar los recursos naturales esenciales, tales como el suelo, el agua y el aire. Por el contrario, estos alimentos no solo los mejoran y los aumentan, en la medida en que se los mantiene ajenos a los peligros de la desertificación, sino que también ayudan a detener el cambio climático, a fomentar la biodiversidad y a preservar los acuíferos.
La demanda de productos orgánicos se ha expandido debido al requerimiento creciente de los mercados, especialmente, de los mercados de los países desarrollados de poblaciones con alto poder adquisitivo, donde las decisiones de compra están cada vez más influenciadas por aquellas preocupaciones más vinculadas con el medioambiente y con la salud que con los precios de los alimentos.
Dentro de los Productos Orgánicos, pueden establecerse dos categorías principales: los productos alimenticios, que, a su vez se dividen en productos alimenticios de origen vegetal y productos alimenticios de origen animal, y los productos no alimenticios, como las lanas, el algodón, los cosméticos y los higiénicos.
Certificación orgánica
La Producción Orgánica se rige por normativas internacionales que procuran cumplir con los más altos estándares de calidad. En el ámbito internacional, está contemplada en el Codex Alimentarius, elaborado por 165 países, bajo la supervisión de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En Europa, la Agricultura Orgánica se encuentra incluida en el Reglamento CEE 2092/91 (con sus reformulaciones); en los Estados Unidos, en el US Food Production Act.
Para que un producto sea certificado como orgánico, debe comprobarse que todos los operadores de la cadena comercial, entre los que figuran agricultores, transformadores, agroindustrias, exportadores, importadores, mayoristas y minoristas, actuaron según las normas y los reglamentos del programa de certificación correspondiente. Cada operador de la cadena de producción puede estar certificado por diferentes organismos. Habitualmente, las certificaciones no son un procedimiento sencillo que pueda ser completado en una sola vez, sino que, en general, es un sistema de seguimiento e inspección continuo, por lo que el control se debe repetir en forma periódica, sea cada año y medio, sea cada año, sea por períodos más cortos.
Entonces, para comercializar productos orgánicos, biológicos o ecológicos en los mercados internacionales, se requiere someterse primero a una inspección para luego obtener una certificación de la unidad productiva o procesadora. Porque se vende no solo un producto sano, sino también la confianza en un sistema productivo ecológico y en sus controles. Esta es la única forma de garantizar que los Productos Orgánicos hayan sido producidos conforme a las normas establecidas, con el objeto de proteger la confianza de los consumidores, de los productores y de los comercializadores. Sin duda, el hecho de conseguir certificar nuestro producto como orgánico es una enorme ventaja desde el punto de vista comercial, aunque legalmente no sea obligatorio. En el siguiente enlace puede identificar las certificaciones orgánicas que existen en el mercado.
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