Para Latinoamérica el Sr. Trump puede resultar altamente positivo porque con sus políticas proteccionistas va a obligar a que muchas empresas de Perú, Brasil, México, Colombia y demás países de su zona, no tengan más remedio que buscar mercados alternativos
El nuevo Presidente de los Estados Unidos me recuerda a Franco, el dictador que gobernó España desde 1939 a 1975. Dirán Uds. que no es comparable, pero yo creo que si lo es, al menos en cuanto a sus disparatadas propuestas económicas que buscan lo que pretendía Franco, la autarquía, y hacer América Grande Otra Vez a costa de los inmigrantes que son parte del ADN de Estados Unidos desde su fundación. Como decimos en España, “ya le vale”…
Resulta chocante que en pleno siglo XXI con una economía globalizada donde los algoritmos son los que deciden las operaciones en las bolsas mundiales en fracciones de milisegundo, aparezca un señor como éste, pretendiendo dar pasos atrás en el proceso de globalización como si fuera un cangrejo y todo ello para tener contentos a sus electores que, precisamente no son los más ilustrados de aquel país, más bien los menos y los más viven de los subsidios (i.e. agricultores del medio oeste).
Para mí, el Sr. Trump es un vendedor de humo, ególatra, que más temprano que tarde, o bien provoca un lío monumental en el mundo (Dios no lo quiera) o bien sus propios compatriotas lo envían a casa después de un “impeachment”.
No obstante, para Latinoamérica el Sr. Trump puede resultar altamente positivo porque con sus políticas proteccionistas va a obligar a que muchas empresas de Perú, Brasil, México, Colombia y demás países de su zona, no tengan más remedio que buscar mercados alternativos a su cliente tradicional que ha venido siendo Estados Unidos en los últimos 50 años.
Esta situación se le planteó a muchas empresas españolas en 2008 y siguientes, cuando la crisis azotó también a Europa, su mercado más tradicional, y les obligó a replantearse sus estrategias de internacionalización hacia otras zonas como Latinoamérica, África, Oriente Medio y Asia. Hoy día y aunque Europa sigue siendo el principal cliente de muchas empresas españolas, su grado de diversificación es mucho más elevado y así han conseguido minimizar los riesgos de posibles nuevos vaivenes económicos en la Eurozona.
Muchas empresas de Latinoamérica, precisamente por su tradicional relación con los Estados Unidos cumplen ya con estándares de calidad y precio similares a los que exige Europa y, sus lazos culturales con países como España o Italia, les hacen más atractivos como proveedores que los países de Asia que tienen copados muchos mercados mundiales por sus bajos precios pero que sufren descrédito por su, también baja calidad y diseño y condicionantes logísticos. Por otra parte, la distancia en muchos casos es menor que la de traer productos desde Asia y el flujo de retorno de productos europeos hacia Latinoamérica ayudaría a disminuir incluso más los fletes, mejorando por tanto la competitividad. SI a todo ello añadimos la política de la UE de liberalización y firma de acuerdos comerciales con Latinoamérica, se dan las circunstancias idóneas para “conquistar” Europa por parte de Latinoamérica.
Otro factor a considerar, es el incremento salarial que se ha producido en China que hace que los salarios de Latinoamérica donde han crecido mucho menos generen ventajas competitivas adicionales.
España, como puente de las empresas Latinoamericanas que quieran acometer este proceso de diversificación está en la mejor de las posiciones para que el mismo se realice con éxito y de forma paulatina y ordenada.
Muchas empresas ya están trabajando con España, vendiendo desde espárragos, flores hasta desarrollo de software bajo demanda, pasando por otros muchos productos, pero también se pueden vender productos industriales como los que hoy se están vendiendo a USA.
La barrera cultural que puede suponerles a las empresas latinoamericanas el tratar con muchos países europeos quedaría difuminada trabajando en colaboración con empresas españolas que ya conocen como operar en dichos países con gran éxito muchas de ellas.
El establecimiento de alianzas entre empresas de ambos lados del Atlántico redundaría en beneficios mutuos y ayudaría a que Estados Unidos se tuviera que replantear su papel en un mundo cada vez más globalizado donde las políticas del siglo XX se revelan cada día más como ineficaces y caducas.
El presente artículo se publicó originalmente en la revista Diario del Exportador Nº 006.
El presente artículo se publicó originalmente en la revista Diario del Exportador Nº 006.
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