EL CONTEXTO Y LA POSIBLE RECONFIGURACIÓN DE LOS BLOQUES

El coronavirus no solo ha dejado una huella profunda e irreversible en la economía y en el comercio mundial. Sino además, está provocando y/o acelerando la reconfiguración de los bloques económicos y la desglobalización de las relaciones comerciales internacionales.

Por un lado, tenemos una lastimada relación entre los países de Europa (Norte vs Sur), quienes desde el inicio de la pandemia, han mostrado una evidente falta de voluntad y colectividad para intentar buscar la estabilidad económica de la región de manera conjunta. Lo cual, pone en entredicho la permanencia de la Unión Europea.

Del otro lado del mundo, en el continente americano. Observamos un Mercosur amenazado por los virus de la división y del nacionalismo. Un escenario que ayuda poco o nada a la cooperación internacional de la región y a la coordinación intergubernamental de los países miembros.

Finalmente, vemos a un Estados Unidos rebasado por la crisis sanitaria que no puede ayudarse ni a él mismo. Una nación replegada ante una emergencia real y con una economía en pleno colapso que apuesta por una propuesta económica reactiva y de poca lógica.

Y a una China fortalecida. Una nación que hasta hace un par de meses, parecía ser la principal víctima del coronavirus, ha pasado a ser la primera en derrotarlo y la única que al parecer va a salir fortalecida política y económicamente. Posicionándose por primera vez en la historia, como la principal surtidora de equipos médicos, personal sanitario, consejo y ayuda humanitaria.

LA DESGLOBALIZACIÓN DE LA ECONOMÍA Y LA CRISIS DEL COMERCIO INTERNACIONAL

El proceso de desglobalización hoy más que nunca parece inevitable. Cuando las cadenas de suministro fueron interrumpidas [por el coronavirus], las personas empezaron a buscar por fuentes alternativas locales, sin importar si estas eran más costosas. Es una tendencia que parece crecer semanalmente desde el inicio de la pandemia.

Las tendencias sostenibles y el comercio de proximidad se expanden y resurgen, provocando que cada vez más empresas y consumidores recurran a los proveedores locales.

"Si las personas encuentran proveedores locales, se quedarán con ellos, ya que ahora la prioridad del consumidor es reducir los riesgos sanitarios o para la salud".

Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (Cepal) de las Naciones Unidas, cree que la gobalización "al menos como la conocíamos antes de esta pandemia, definitivamente va a ser distinta".

“Se va a necesitar comprender que la gloria de la globalización podría significar también su caída”. Como lo dijo en su momento, el profesor de globalización y desarrollo en la Universidad de Oxford (Reino Unido), Ian Goldin, hace más de diez años en una conferencia TED titulada: “Navegando por nuestro futuro global”. Donde Goldin predecía ya entonces la llegada de riesgos sistémicos mucho más virulentos en un entorno global con sociedades y sistemas entrelazados promovidos por el desarrollo continuo de las tecnologías, como la desaparición de la biodiversidad, el cambio climático, las pandemias y las crisis financieras.

La visión premonitoria del profesor se adelantaba sin saberlo al proceso de desglobalización que atravesamos hoy en día. Tanto es así, que el término ya está lingüísticamente aceptado para referirse al proceso inverso de la globalización. Un proceso en el que la economía, pero también la sociedad, la política y la cultura, tras una etapa de interacción e interdependencia mundial, se vuelven más regionales que nunca.

Que la economía mundial haya entrado en un retroceso de los flujos internacionales de mercancías, servicios, capitales y personas no es nuevo. Pero sí lo es que la actual crisis sanitaria y económica provocada por la propagación del coronavirus (Covid-19) ha acelerado considerablemente ese retroceso.

La crisis sanitaria del coronavirus ha tenido un efecto inmediato y directo sobre el comercio internacional, aunque todavía sea difícil cuantificarlo en cifras. La pandemia ha llegado en forma de toque de atención para advertir a las empresas que depender de proveedores procedentes de localizaciones geográficamente alejadas puede poner en riesgo la viabilidad económica del negocio.

El nuevo camino será apostar por nuevos modelos de intercambio comercial más próximos, eficientes, sostenibles y amigables con el medio ambiente.

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