Al terminar las tareas que la empresa matriz encomendó a un directivo en la subsidiaria, se debe preparar su regreso al país de origen, para...
Al terminar las tareas que la empresa matriz encomendó a un directivo en la subsidiaria, se debe preparar su regreso al país de origen, para continuar sus actividades al servicio de la empresa. A este proceso se le conoce como repatriación; su importancia reside en que es posible que la reincorporación exitosa del directivo ponga en marcha un círculo virtuoso: por un lado, compartir con los demás colegas la valiosa experiencia adquirida en el extranjero; por el otro, infundir ánimo en otros directivos de alto nivel para colaborar en las empresas subsidiarias.
En efecto, entre un cuarto y un tercio de los directivos repatriados consideran que su trayectoria internacional ha servido para impulsar sus carreras dentro de la empresa, al ser promovidos a puestos de mayor importancia en un lapso no mayor a un año después de su llegada. Sin embargo, no todos los repatriados regresan con la sensación de haber triunfado y que su horizonte laboral será más prometedor que antes. Algunas encuestas indican que 27% de ellos abandonan la empresa en menos de un año, así como 25% lo hacen antes de dos años. La lección de esta incómoda situación parece encontrarse en el hecho de que la empresa prepara con mayor esmero la salida del directivo al exterior, como su entrenamiento y el diseño de un paquete adecuado de incentivos, pero se muestra descuidada en relación con las condiciones que tendrá el directivo cuando sea repatriado. Se afirma que este enfrentará tres áreas conflictivas de readaptación al reincorporarse al país de origen, las cuales corresponden: a las actividades cotidianas de la empresa matriz; a sus finanzas personales, y a su vida personal. A continuación, se explicarán los problemas que podrían surgir para el directivo repatriado en cada una de esas áreas, al tiempo que se sugerirán algunas ideas para enfrentarlos.
1. La readaptación a las actividades cotidianas de la empresa matriz
Es posible que algunos colegas que tenían puestos directivos de importancia similar a la del repatriado, hayan sido promovidos y ahora estén por arriba de él. Por otra parte, a pesar del éxito obtenido en el extranjero, es factible que la empresa no sepa qué funciones asignarle ahora que está de regreso y considere que quienes permanecieron en el país de origen están mejor capacitados que el repatriado. No debe olvidarse que la perspectiva que este tiene es por completo diferente: su estancia en el extranjero le ha permitido crecer en su actividad profesional, ha trabajado con gran intensidad, ha sacrificado aspectos importantes para beneficio de la empresa y, en consecuencia, merece ser reconocido y promovido por ella. Asimismo, desde la perspectiva de la empresa es complicado encontrar una solución viable al problema: el puesto que tuvo el directivo antes de partir al extranjero fue ocupado de inmediato; es posible que la empresa no disponga del presupuesto para asignarle un puesto similar o mejor, ahora que ha regresado; y no se considera correcto que desplace de su puesto a alguien por el hecho de que su misión en el extranjero haya concluido.
2. La readaptación a sus nuevas finanzas personales
Como se ha mencionado antes, se diseñó un paquete de incentivos generoso para convencer al directivo de colaborar en la empresa subsidiaria. En efecto, durante su estancia en el extranjero disfrutó de prestaciones considerables, vivió en lugares exclusivos, sus hijos asistieron a escuelas privadas, se relacionó con personas importantes, disfrutó de ayuda de trabajadores domésticos y, a pesar de esos desembolsos, consiguió incrementar su ahorro de manera considerable. A su regreso, el directivo repatriado tiene que enfrentar el hecho de que su paquete de incentivos es mucho menor del que se acostumbró a disfrutar. La readaptación a su vida personal. Si partir al extranjero tuvo un efecto estresante, también lo tiene el regreso al país de origen, lo que algunos expertos han denominado choque cultural de signo contrario. Por ejemplo, junto con su familia, el directivo repatriado debe volver a aprender la manera de relacionarse con la gente, lo que antes de partir al extranjero dio por descontado. Asimismo, los hijos del repatriado deben reincorporarse al sistema educativo, el cual es posible que ya les parezca extraño; su pareja se dará cuenta que las amistades que alguna vez tuvo se han perdido; y, si esta estudió una carrera profesional, le será difícil retomarla o completarla.
3. Cómo enfrentar los problemas de la repatriación
Debe quedar claro que, si la empresa se desentiende de los problemas que tendrán sus directivos al momento de su repatriación, se dificultará que, más adelante, otros directivos acepten ser asignados al extranjero. Para atender estos problemas, algunas empresas establecen un compromiso por escrito, asegurando que el repatriado será asignado a un puesto de la misma importancia que tuvo antes de partir al extranjero. Otras promueven que el directivo expatriado no pierda contacto físico con la empresa matriz, mediante determinados viajes programados a la misma, durante su estancia en el exterior. Algunas llegan más lejos: asignan a un colaborador en el país de origen para que los intereses profesionales del expatriado no queden desprotegidos, mientras dura su estancia en el extranjero; asimismo, asignan a un colega en el país de destino para contribuir a facilitar la adaptación a su nueva vida.
La lección que se obtiene de los problemas que suscita la repatriación de un directivo son fundamentales: la empresa no debe descuidar una inversión tan importante, como la que ha hecho para transferir de manera temporal al extranjero a uno de sus directivos. Es posible que un manejo equivocado o descuidado de esta valiosa experiencia, lleve a la desmoralización del repatriado y a que se aproveche esa delicada situación para que otras empresas decidan reclutarlo.
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