
Por primera vez en la historia de la Unión Europea, el bloque económico corre el riesgo de vivir una gran crisis energética durante este invierno.
El cambio climático, la sobreexplotación de los depósitos de gas y carbón en 2020 y la sobredemanda de los preciados recursos en el mercado global, han llevado al sector energético europeo al borde del colapso.
Una crisis que ya muestra un severo impacto económico en el bolsillo de los europeos debido al incremento en el costo de los servicios de energía, los cuales se han disparado hasta en un 400% en los últimos días. Y que muy pronto, se verá también reflejado en el precio de los alimentos, de los servicios y en los costos operativos de diversas industrias debido a la inflación generalizada derivada de la escasez de los recursos energéticos.
Esta situación no solo podría frenar la recuperación económica de la región de manera considerable, sino, además, podría acentuar los problemas de desabasto y escasez de alimentos que se viven actualmente en otras partes del continente, como es el caso de Reino Unido. Dónde industrias como la cárnica, la panadera, el transporte y los fertilizantes han puesto en riesgo el abasto de diversos productos alimenticios que dependen directa o indirectamente del gas natural para su fabricación y/o procesamiento.
Sin duda, es un buen momento para reflexionar y redoblar esfuerzos como sociedad global para migrar definitivamente a energías alternativas y renovables exentas de controles y/o intereses económicos y políticos. De otra manera, estaremos dando pauta al inicio de una nueva era de condicionamiento de los recursos naturales.
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