aranceles recíprocos

El 2 de abril del 2025, la administración Trump anunció una nueva serie de aranceles recíprocos, que oscilan entre el 10 % y el 50 %, y se aplicarán a países de todo el mundo. Las tasas específicas por país fueron publicadas durante una conferencia de prensa y difundidas también a través de las redes sociales de la Casa Blanca.

Sin embargo, aunque estos aranceles fueron presentados como “recíprocos” y acompañados de gráficos que hacen referencia a los aranceles extranjeros impuestos a EE.UU., la realidad es que no se midieron de forma efectiva los aranceles, ni la manipulación cambiaria ni las barreras comerciales aplicadas por otros países. En su lugar, la Casa Blanca utilizó como base los déficits comerciales bilaterales de bienes.

Un método de cálculo "aranceles recíprocos" sin fundamento técnico

Los documentos oficiales sugieren que los aranceles cobrados a EE.UU. se calculan como el mayor entre dos valores:

  • (a) el 10 %,
  • (b) el resultado de dividir el déficit comercial bilateral de bienes de 2024 con un país determinado entre el total de importaciones estadounidenses desde ese país.


Este enfoque ignora completamente la complejidad del comercio internacional, como los flujos de servicios, la política monetaria o las barreras no arancelarias. La fórmula no refleja ninguna política comercial real, ni tiene en cuenta factores clave como los impuestos digitales, impuestos al valor agregado o los aranceles ya existentes.

Por ejemplo, tanto Singapur (país con políticas de libre comercio) como Brasil (más proteccionista) reciben la misma tasa del 10 % debido a su balanza comercial con EE.UU. Por el contrario, Vietnam, que ha buscado mejorar el acceso de EE.UU. a su mercado, no recibe ningún reconocimiento.

Un mínimo arbitrario y sin justificación para los aranceles recíprocos

El 10 % mínimo impuesto es arbitrario y carece de derivación técnica. Las tasas más altas provienen de un documento económico del Representante Comercial de EE.UU. (USTR), el cual se basa en suposiciones cuestionables. La lógica de este documento sugiere que cualquier desequilibrio comercial bilateral se debe automáticamente a aranceles o barreras no arancelarias por parte del país socio, lo cual es una simplificación extrema.

Esta suposición conduce a una fórmula con dos parámetros (φ y ε) que, bajo valores específicos, se anulan entre sí. El documento cita estudios que supuestamente prueban una baja transmisión de aranceles a precios minoristas, aunque esta interpretación es cuestionable y contradice estudios más amplios sobre los efectos de los aranceles en los consumidores estadounidenses.

Una política comercial basada en cifras inventadas

Los “aranceles extranjeros” son simplemente cifras inventadas, derivadas de supuestos no explícitos, en lugar de políticas reales. Lo más preocupante es que estas cifras se utilizan como justificación para aplicar aranceles reales por parte de Estados Unidos.

Aranceles recíprocos de Trump

aranceles recíprocos
Nota: Solo socios comerciales seleccionados; todas las cifras están expresadas en millones de dólares.
Fuente: Casa Blanca, https://x.com/WhiteHouse/status/1907533090559324204; Oficina del Censo, “Comercio internacional de bienes y servicios de EE. UU., diciembre de 2024”, 5 de febrero de 2025, https://www.census.gov/foreign-trade/Press-Release/ft900/ft900_2412.pdf.

La balanza comercial bilateral no es una medida válida para establecer aranceles

Utilizar el déficit comercial bilateral como indicador de injusticia comercial es erróneo. Ni siquiera en situaciones idealizadas los países tienen por qué presentar balances comerciales equilibrados entre sí.

Ejemplo hipotético:
  • Un país tropical con excedente de azúcar.
  • Una zona rural con excedente de trigo.
  • Una región forestal con excedente de madera.

Cada uno tendría desequilibrios comerciales con los otros dos, pero esto refleja ventajas comparativas naturales, no prácticas comerciales desleales.

En la práctica, EE.UU. tiene un déficit comercial con países como Indonesia debido a su clima y productos agrícolas únicos. Estos desequilibrios comerciales no son necesariamente artificiales ni indicadores de prácticas abusivas.

Además, el comercio global se complejiza con cadenas de suministro internacionales. Muchos productos exportados pasan por países intermediarios, lo que distorsiona el origen final. También se omiten completamente los servicios, un componente esencial del comercio internacional, como licencias de software, servicios financieros o mantenimiento aeronáutico.

Los aranceles no reducen el déficit comercial total

Más allá del método cuestionable, existe una falacia fundamental en la lógica de que los aranceles reducirán el déficit comercial de EE.UU.. La evidencia empírica demuestra lo contrario: los aranceles tienden a reducir también las exportaciones, ya sea por represalias comerciales o por efectos indirectos como la apreciación del dólar.

Aunque pueda parecer lógico que si se “grava el déficit comercial” este se reduzca, la realidad es que importaciones y exportaciones están estrechamente interconectadas. Si se obstaculiza el comercio en general, se reducen ambas. Incluso una versión más sofisticada del plan arancelario de Trump tendría escasas probabilidades de cerrar el déficit comercial estadounidense.

En conclusión, los nuevos aranceles recíprocos anunciados por la administración Trump representan una política comercial mal fundamentada, basada en suposiciones erróneas y métodos estadísticos sin respaldo técnico. El uso del déficit comercial bilateral como justificación para imponer aranceles ignora la realidad del comercio internacional y puede generar efectos negativos en el crecimiento económico, la competitividad y el poder adquisitivo de los hogares estadounidenses.

Además, esta estrategia difícilmente logrará su objetivo declarado: reducir el déficit comercial de Estados Unidos. En lugar de fortalecer la economía, estos aranceles podrían debilitarla, aumentando los costos para los consumidores y perjudicando las relaciones comerciales internacionales.

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