mi primera experiencia de exportación

Hoy quiero compartir la historia de una empresa a la que tuve el privilegio de asesorar unos años atras, bajo el titulo: "Lo que aprendí en mi primera experiencia de exportación". He modificado algunos datos por confidencialidad, pero agradezco profundamente que me hayan permitido contar su caso. Espero que esta experiencia, llena de aprendizajes reales sobre exportación, también sea de utilidad para ti lector.

Una historia, mi primera lección

¿Cuál fue mi primera venta internacional? Aún lo recuerdo con claridad. Fue en 2007, cuando una tienda minorista en Alemania pidió una pequeña cantidad de nuestra línea de gorros para invierno. Recuerdo exactamente cómo me sentí cuando, meses después, alguien me mandó una foto de dos adolescentes en Múnich usando nuestros productos. Sentí orgullo, sí, pero también un vértigo tremendo. Ese momento fue el principio de una transformación: pasar de vender productos a construir una marca global.

En retrospectiva, fue ese primer paso lo que me enseñó la gran diferencia entre exportar y establecerse realmente en un mercado internacional. Porque no basta con enviar mercancía al extranjero: si lo que uno busca es crear valor y crecer, entonces primero hay que poner los pies en el terreno.

Primero, pisa el terreno: lecciones de mi primera exportación

Exportar no es suficiente: necesitas construir marca

En aquellos primeros años, pensé que si el producto era bueno, la historia se contaría sola. Qué error. La realidad es que cuando envías un lote de productos a otro país, no estás vendiendo solamente un artículo físico; estás exportando una historia, una identidad, una promesa de marca. Y si no estás presente o no tienes a alguien que represente fielmente tu visión, esa historia se desvirtúa o, peor, se pierde.

La tienda en Alemania que nos contactó lo hizo porque habíamos cuidado bien nuestra presencia digital. Había algo de estrategia en ello: nuestro sitio estaba optimizado, tenía traducciones profesionales y buenas imágenes. Pero lo que no teníamos era una relación sólida en el terreno. Eso llegó después, y ahí es donde aprendí la lección más valiosa de mi carrera empresarial.

La importancia de tener aliados locales

Contar con un distribuidor o socio local no es simplemente una necesidad logística: es una decisión estratégica. Con el tiempo comprendí que los mejores resultados llegaron cuando nos tomamos el tiempo de viajar, conocer a nuestros distribuidores, capacitar a sus equipos, participar en ferias locales y entender los códigos culturales de cada mercado.

Cuando acompañas a tu producto, literalmente, estás invirtiendo en posicionamiento de marca internacional. Ya no eres solo un proveedor extranjero: eres una marca comprometida con la experiencia del cliente local.

Lo comprobé en cada país donde no hicimos ese esfuerzo: las ventas iniciales se daban, pero el entusiasmo se desvanecía. En cambio, donde estuvimos físicamente, así fuera en visitas esporádicas o mediante representantes locales bien formados, la marca creció, se sostuvo y hasta se volvió referencia.

Cómo conseguir mi primera venta internacional

Siempre me hacen esta pregunta: ¿Cómo conseguiste tu primera exportación? La verdad es que fue por medio de nuestro sitio web. Un minorista alemán encontró nuestra tienda online, le gustó el producto y nos escribió. Fue algo casi milagroso, pero también una señal del potencial que tiene una buena estrategia digital internacional.

Hoy más que nunca, exportar productos es posible gracias a canales digitales, marketplaces B2B, redes sociales y hasta motores de búsqueda. Pero no debemos confundir accesibilidad con éxito garantizado. Que puedas hablar con un comprador en Helsinki o Santiago de Chile no significa que estés listo para operar allí.

Necesitas investigar, adaptarte y, sobre todo, estar dispuesto a comprometerte a largo plazo con ese nuevo mercado.


Lecciones que me habría gustado saber antes de exportar

Si pudiera regresar en el tiempo y hablar conmigo mismo en 2007, le diría tres cosas claras:

1. No basta con enviar la caja: necesitas contar tu historia

Mi primera lección fué que cada mercado interpreta los productos de manera distinta. Lo que representa calidad en tu país puede no ser percibido igual en otro. Por eso es clave acompañar la llegada del producto con materiales visuales, explicaciones culturales y, sobre todo, con presencia personal o de aliados locales.

2. Busca construir relaciones, no solo cerrar ventas

En los primeros años cometí el error de pensar que el éxito era lograr muchos pedidos. Pero con el tiempo entendí que el verdadero éxito está en crear relaciones comerciales duraderas, con socios que entienden tu visión y la hacen suya.

3. Tener presencia física no es opcional si quieres crecer de verdad

Esto no significa abrir oficinas en todos lados, pero sí implica estar presente. Viajar, asistir a eventos, hacer seguimiento en persona. El impacto que tiene una visita a tu distribuidor o a un punto de venta en otro país vale más que mil correos electrónicos.

El mundo de la exportación ha cambiado (para bien)

Cuando comenzamos, en 2002, era un mundo muy distinto. Si querías exportar, necesitabas conocer a alguien que conociera a alguien. Los viajes eran largos, costosos y muchas veces a ciegas. Hoy, en cambio, la tecnología ha democratizado el comercio exterior.

Puedes contactar a clientes potenciales en minutos gracias a plataformas como Alibaba, Faire o incluso LinkedIn. Puedes estudiar un mercado con herramientas de análisis web, observar las tendencias en tiempo real y ajustar tus estrategias casi al instante.

Pero eso también significa que hay más competencia. Y por eso la diferenciación se logra con presencia humana. Si todos los demás solo están vendiendo en línea, tú puedes destacar siendo el que va, escucha, aprende y adapta.

Cómo preparar tu negocio para una internacionalización exitosa

He asesorado a varios emprendedores que quieren internacionalizar sus marcas, y mi primera recomendación: No pienses en exportar, piensa en construir puentes.

Te comparto lo que considero los pilares fundamentales para una estrategia internacional sólida:

1. Diseña una propuesta de valor clara y traducible

Lo que haces debe poder entenderse y apreciarse en otro idioma y otra cultura. Eso implica adaptar el mensaje, el empaque, el diseño, sin perder la esencia.

2. Desarrolla tu sitio web como una herramienta global

Incluye versiones en otros idiomas, facilita la navegación desde otros países, y asegúrate de trabajar con una buena estrategia SEO.

3. Conecta con cámaras de comercio, embajadas y ferias

Estos espacios te permiten encontrar aliados locales, recibir apoyo institucional y posicionarte con más facilidad.

4. Invierte tiempo en conocer el terreno

Visita el país al que quieres exportar. Observa, escucha, aprende. Habla con consumidores, minoristas, distribuidores. Entiende cómo tu marca puede integrarse allí.

Poner los pies sobre el terreno cambia todo

Recuerdo un caso reciente: asesoré a una pequeña marca española de calzado que quería ingresar al mercado escandinavo. Tenían un producto excelente, buenos precios, pero las ventas online no despegaban. Mi recomendación fue simple: viajen a Copenhague y reúnanse con distribuidores locales. No solo lograron cerrar un acuerdo exclusivo, sino que también adaptaron el diseño y storytelling de su producto a las sensibilidades danesas.

Hoy venden más en Escandinavia que en su país de origen.

A veces pensamos que la exportación se trata de documentos, tarifas y logística. Pero al final del día, los negocios los hacen personas. Por eso insisto tanto en este mantra: antes de escalar, camina el terreno. Solo así descubrirás no solo cómo vender, sino cómo permanecer. Porque exportar es abrir una puerta, pero construir relaciones duraderas en nuevos mercados es lo que realmente hace crecer tu marca.

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