la actitud

La actitud marca la diferencia entre un profesional competente y uno verdaderamente extraordinario. En el competitivo entorno laboral actual, lo que distingue a los profesionales de quienes solo ocupan cargos no se encuentra en los títulos ni en los diplomas, sino en una disposición interior que impulsa, inspira y transforma.

Y es que la actitud no se enseña con manuales ni se impone con normas. Se moldea en la experiencia, se fortalece en la adversidad y se perfecciona en la práctica diaria del liderazgo. Entre los profesionales de negocios, es la actitud la que define la forma en que se perciben los retos, se asumen responsabilidades y se influye en los demás.

El contexto empresarial exige más que habilidades técnicas

Competencias duras, como la planeación financiera, el análisis de mercado o el dominio de herramientas digitales, son apenas el punto de partida. Hoy, el verdadero valor de un profesional se mide en su capacidad para anticiparse, adaptarse y actuar. Se trata de visión estratégica, perseverancia frente al fracaso, sensibilidad cultural y compromiso ético. Elementos todos, íntimamente ligados a una actitud empresarial sólida.

En este contexto, el papel de la escuela de negocios en México cobra mayor relevancia. Su misión ya no se limita a transmitir conocimientos técnicos, sino a formar líderes integrales, preparados para tomar decisiones con criterio humano y visión global. La exigencia del entorno impulsa a estas instituciones a evolucionar constantemente para ofrecer programas académicos que desarrollen no solo competencias profesionales, sino también actitudes transformadoras.

Por ello, los planes de estudio más avanzados integran hoy enfoques humanistas, prácticas de liderazgo situacional y análisis ético en el quehacer cotidiano de los negocios.

Actitud no es carisma, es carácter

Existe una tendencia a asociar la actitud con el carisma personal o la energía superficial. Pero entre los líderes empresariales con impacto real, actitud significa otra cosa: es la persistencia de quien sigue avanzando a pesar de las crisis; la prudencia de quien escucha antes de imponer; la humildad de quien comparte el mérito.

Un estudio de la Harvard Business Review encontró que el 89% de los líderes que lograron sostener resultados sobresalientes a largo plazo lo atribuyeron más a “formas de pensar” (mindsets) que a competencias técnicas. Es decir, a su actitud.

¿Qué define la actitud de un líder en los negocios?

Visión a largo plazo

El verdadero liderazgo no se enfoca en el trimestre fiscal, sino en la década por venir. Tener actitud implica sostener una visión estratégica, con la serenidad de quien comprende que los grandes resultados se construyen paso a paso.

Energía y resiliencia

Liderar implica agotar calendarios, agotar argumentos, y aún así continuar. Es aquí donde la actitud marca la diferencia: es la fuente de la energía inagotable que exige emprender un plan, sostenerlo y adaptarlo sin perder el foco.

Cultura del aprendizaje

El profesional de negocios con actitud no teme al error, lo analiza. Su ego no se alimenta de tener razón, sino de mejorar. Esta apertura al aprendizaje continuo es la base del liderazgo moderno.

Compromiso ético

La presión por resultados no justifica los atajos. Quien actúa con actitud asume la ética como parte de su identidad profesional, no como una obligación externa.


La actitud frente a la globalización e incertidumbre

Hoy, ninguna empresa opera en aislamiento. Los profesionales de negocios enfrentan desafíos como la inteligencia artificial, las crisis geopolíticas, las cadenas de suministro interrumpidas, la regulación ambiental y la diversidad cultural.

La actitud frente a estos cambios puede ser defensiva o proactiva. Quien teme, se paraliza. Quien tiene actitud, se adapta. Este es el perfil que muchas empresas buscan hoy: líderes capaces de guiar en la incertidumbre, en lugar de limitarse a operar en la estabilidad.

Desde las escuelas de negocios en México, y particularmente en espacios como la EBC, se entiende que este tipo de actitud debe construirse desde el aula. Por eso, se impulsa una educación activa, basada en el análisis de casos, simulaciones empresariales, y contacto directo con los sectores productivos.

la actitud

Rompiendo mitos sobre el perfil del profesional líder

Demasiado a menudo, el discurso del éxito en los negocios se ve empañado por mitos persistentes. Vale la pena desmontarlos con datos y realidad.

Mito 1: El líder nace, no se hace

Falso. La actitud puede cultivarse. Con las herramientas adecuadas y la exposición a desafíos reales, cualquier persona puede desarrollar las habilidades emocionales y cognitivas del liderazgo.

Mito 2: El profesional exitoso es individualista

Falso. La era actual exige colaboración. Quien se aísla, pierde velocidad. Los verdaderos líderes construyen redes, confían y delegan.

Mito 3: La actitud positiva basta

Falso. Optimismo sin dirección es ingenuidad. La actitud adecuada combina entusiasmo con método, energía con estrategia.

El rol de las instituciones educativas en moldear actitudes

El reto de las escuelas de negocios no es producir ejecutivos “eficientes”, sino profesionales de negocios capaces de transformar. Esto implica un compromiso con la formación del carácter, no solo del conocimiento.

La EBC lo ha entendido desde sus orígenes. Por eso, sus egresados no solo dominan cifras y procesos, sino que también son reconocidos por su ética, su compromiso social y su liderazgo responsable. En un país donde la confianza en las instituciones muchas veces se tambalea, contar con profesionales así es más necesario que nunca.

La actitud como diferenciador competitivo

En procesos de selección, ante perfiles similares, la diferencia está en la actitud. ¿Cómo reacciona el candidato al fracaso? ¿Cómo trata al equipo? ¿Cómo decide bajo presión? Estas preguntas, más que las notas o los títulos, definen su potencial real.

Para las empresas, identificar y cultivar esta actitud es vital. Según un estudio de Deloitte, el 92% de los CEOs considera que las “soft skills” –entre ellas la actitud– son más importantes que los conocimientos técnicos al momento de promover a un líder.

Para los individuos, reconocer la actitud como una habilidad que se entrena, permite asumir el control de su desarrollo. Ya no basta con saber: hay que saber estar, saber adaptarse y saber transformar.

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