economía internacional

El pronóstico para la economía internacional para este 2025 se sitúa a una tasa de crecimiento del 3,0%, con una leve mejora para 2026 (3,1%). El repunte frente a la proyección de abril no es producto de un auge económico genuino, sino de distorsiones temporales derivadas de la reducción temporal de aranceles y la anticipación de compras e inversiones antes de nuevas tarifas.

Un dólar más débil, condiciones financieras más favorables y estímulos fiscales selectivos han sostenido la actividad. Sin embargo, la inflación seguirá siendo un factor de tensión: se prevé que el índice global baje a 4,2% en 2025 y 3,6% en 2026, pero con fuertes diferencias entre países.

Economía Internacional 2025: Crecimiento del PIB real (Cambio porcentual anual)

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La economía internacional oculta riesgos que amenazan su estabilidad

Un impulso que no es lo que parece

En Estados Unidos, el PIB crecerá 1,9% en 2025 y 2,0% en 2026, apoyado en tarifas más bajas de lo previsto y en el paquete fiscal One Big Beautiful Bill Act (OBBBA), que incentiva la inversión corporativa. El precio será un déficit fiscal mayor, que podría aumentar en 1,5 puntos del PIB en 2026, y una inflación que se mantendrá por encima del objetivo del 2%, presionada por el traspaso de costos arancelarios y un dólar más débil.

En la zona euro, la previsión es de 1,0% para 2025 y 1,2% para 2026, pero el avance se debe, en gran medida, a un incremento extraordinario de las exportaciones farmacéuticas irlandesas a Estados Unidos. Excluyendo a Irlanda, el aumento respecto a abril sería apenas marginal. La apreciación del euro y medidas fiscales puntuales mantendrán la inflación bajo control.

China ha sorprendido con un repunte estimado del 4,8% en 2025, gracias a la reducción de tarifas bilaterales con EE. UU. y a un yuan más competitivo que ha impulsado ventas fuera del mercado estadounidense. India, por su parte, seguirá como uno de los motores mundiales con un sólido 6,4% anual, sostenido por un entorno externo más favorable y una demanda interna dinámica.

En América Latina, el panorama es más moderado: la región crecerá 2,2% en 2025 y 2,4% en 2026. Brasil se beneficiará de mejores condiciones externas, con un avance de 2,3% el próximo año, mientras que México apenas alcanzará 0,2%, condicionado por la política arancelaria estadounidense.

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Factores que sostienen la economía internacional… por ahora

La resistencia aparente de la economía internacional descansa sobre tres pilares:
  1. Front-loading comercial, que ha inflado las cifras de comercio e inversión al adelantar operaciones antes de nuevas tarifas.
  2. Debilidad del dólar, que ha dado margen de maniobra a bancos centrales de mercados emergentes para reducir tasas.
  3. Estímulos fiscales en potencias como Estados Unidos, China y Alemania, que han inyectado liquidez y apoyado la actividad.

Sin embargo, estos apoyos son efímeros. El riesgo de una escalada arancelaria persiste: si EE. UU. restablece las tarifas al nivel de abril o introduce gravámenes de hasta 50% en cobre, el crecimiento global podría caer 0,2 puntos porcentuales. Las tensiones geopolíticas, desde el conflicto en Ucrania hasta la inestabilidad en Oriente Medio, amenazan con interrumpir cadenas de suministro y encarecer materias primas.

La vulnerabilidad fiscal es otro punto débil: economías con déficits elevados, como Brasil, Francia o el propio EE. UU., enfrentan la posibilidad de un encarecimiento del financiamiento y mayor volatilidad financiera. Además, el exceso de inventarios acumulados por la anticipación de tarifas puede derivar en una reducción abrupta de importaciones si la demanda no acompaña.

Comercio e inflación: el doble filo de las tarifas

El comercio internacional crecerá 2,6% en 2025, pero se ralentizará a 1,9% en 2026, cuando desaparezca el impulso del front-loading. Las diferencias regionales serán marcadas: las economías avanzadas apenas aumentarán su volumen comercial en 1,8%, mientras que los mercados emergentes lo harán en 3,8%, con Asia liderando el crecimiento.

En materia de inflación, la trayectoria no es uniforme. En Estados Unidos, las tarifas y la depreciación del dólar presionarán los precios al alza, manteniéndolos por encima del objetivo durante todo el periodo. En la zona euro, la apreciación de la moneda y medidas fiscales puntuales favorecerán una desaceleración más rápida. En China, los precios generales se mantendrán estables, aunque con ligeros aumentos en la inflación núcleo.

Qué políticas podrían cambiar el rumbo

Para el Fondo Monetario Internacional, la clave está en reducir la incertidumbre comercial mediante acuerdos que abarquen no solo bienes, sino también servicios digitales e inversión extranjera. El objetivo: un marco previsible que incentive la inversión y la integración económica.

En el frente fiscal, se recomienda una consolidación creíble que combine eficiencia en el gasto, mejora de ingresos y reconstrucción de colchones financieros. Cualquier medida de estímulo debería ser temporal, bien focalizada y compensada con recortes o ingresos adicionales.

En política monetaria, el reto es equilibrar la lucha contra la inflación con el apoyo a la actividad. Los países que aplican tarifas enfrentan un choque de oferta, lo que exige prudencia para evitar que subidas temporales de precios se conviertan en inflación persistente. En los países que sufren el impacto de las tarifas ajenas, el choque es de demanda, y hay margen para bajar tasas de forma gradual.

En un entorno de fragmentación geoeconómica, la cooperación internacional es más necesaria que nunca. No solo para resolver disputas comerciales, sino para impulsar reformas estructurales que eleven la productividad, fomenten la innovación y refuercen la resiliencia frente a futuras crisis.

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