Como parte de nuestra continua colaboración con Un Mundo Inmenso, nos complace presentar la decimoctava publicación de esta serie conjunta, titulada: “Islas Pitcairn, el país menos poblado del mundo”. En esta nueva entrega, exploramos uno de los rincones más aislados del planeta, cuya historia combina motines, aislamiento extremo y una comunidad que resiste en el olvido.
Más allá de las coordenadas y fronteras oficiales, cada territorio encierra singularidades que desafían nuestra forma de entender el mapa. Desde islas remotas y democracias mínimas hasta pasados turbulentos y desafíos actuales, esta colección de relatos nos invita a mirar el planeta con otros ojos.
Pitcairn: Una isla remota con una historia que supera la ficción
En medio del océano Pacífico Sur, rodeada por miles de kilómetros de agua y sin conexión aérea directa, se encuentra Pitcairn, un territorio británico de ultramar que ostenta un récord poco común: es el lugar habitado más remoto del planeta y también uno de los menos poblados. Pero más allá de sus paisajes tropicales y sus aguas turquesas, esta isla encierra una historia marcada por motines, aislamiento extremo, abusos sistemáticos y una lucha actual por la supervivencia demográfica.
Pitcairn en el mapa: geografía del aislamiento
Con apenas 4,6 km² de superficie, Pitcairn es cien veces más pequeña que la ciudad de Madrid y 240 veces menor que São Paulo. En ella viven alrededor de 50 personas, descendientes en su mayoría de los primeros colonos que llegaron hace más de dos siglos. Su cercanía más relativa es con Mangareva, una isla con menos de mil habitantes, ubicada a 480 km. Si se buscan puntos más urbanizados, Rapa Nui se encuentra a 2.100 km y Nueva Zelanda o la costa sudamericana, a más de 5.000 km. Esa extrema lejanía ha hecho que muchos la consideren la isla más inaccesible del mundo.
El motín del Bounty: la extraña fundación de Pitcairn
La historia de cómo fue poblada Pitcairn parece sacada de un guion cinematográfico, y no por casualidad ha inspirado múltiples producciones de Hollywood.
Todo comenzó en 1788, cuando el HMS Bounty zarpó de Inglaterra rumbo a Tahití para recoger plantas de pan destinadas a alimentar a esclavos en las Antillas. Pero tras seis meses en el paraíso polinesio, parte de su tripulación se amotinó. Liderados por Fletcher Christian, 18 hombres se rebelaron contra el capitán William Bligh, quien fue abandonado en un bote junto a los marineros leales.
Milagrosamente, Bligh logró navegar más de 6.500 km en 47 días hasta llegar a Timor, desde donde regresó a Inglaterra. Mientras tanto, los amotinados volvieron a Tahití. Temiendo represalias, nueve de ellos, junto a 13 mujeres y 6 hombres tahitianos, emprendieron la búsqueda de un refugio inalcanzable. Lo encontraron en Pitcairn, donde quemaron el Bounty para evitar ser rastreados. Aún hoy, los restos del barco son visibles bajo las aguas cercanas a la isla.
Durante 35 años vivieron completamente aislados, hasta que en 1825 un barco británico redescubrió la isla. Para entonces, solo quedaba un mutinero vivo: John Adams. La comunidad actual desciende directamente de aquellos fugitivos.
Democracia en miniatura y el primer voto femenino
En 1838, Pitcairn se convirtió oficialmente en colonia británica. Ese mismo año, aprobó una ley que la convirtió en el primer lugar del mundo en garantizar el sufragio femenino en igualdad de condiciones con el masculino. Un hito poco conocido pero notable.
Hoy, el territorio incluye otras tres islas: Henderson, Ducie y Oeno, aunque solo Pitcairn está habitada. Según los criterios de la ONU, es una de las últimas 17 colonias activas del mundo. Debido a su estatus político, no es un país independiente, lo que genera debates sobre su título como "el país menos poblado". En realidad, sería más preciso llamarlo la entidad subnacional más despoblada del planeta.
Cada año se celebran elecciones locales, lo que le ha valido el apodo de la democracia más pequeña del mundo.
El lado oscuro del aislamiento
No todo es romanticismo tropical en esta historia. En 2004, seis de los doce hombres adultos que vivían en la isla fueron condenados por abusos sexuales a menores, específicamente a niñas de entre 12 y 15 años. Los delitos, juzgados por autoridades británicas, revelaron una cultura de abusos sistemáticos que varios isleños justificaban como "tradicional". Las sentencias oscilaron entre dos y seis años de prisión, por lo que hoy todos se encuentran en libertad.
Para procesar a los culpables, tuvieron que construir una cárcel, ya que no existía ninguna infraestructura penitenciaria. Tras los juicios, el gobierno local temía una despoblación total, ya que muchos jóvenes abandonan la isla al alcanzar la mayoría de edad y no regresan. Así, se inició una campaña internacional de inmigración para revitalizar la comunidad.
Turismo extremo: un destino para aventureros
La principal actividad económica actual es el turismo, aunque no en gran escala. Cada año, alrededor de 100 turistas llegan a la isla, movidos por la curiosidad o el afán de aventura. Llegar a Pitcairn no es tarea fácil y tampoco barata.
Cómo llegar a Pitcairn
Hay tres rutas principales para alcanzar esta joya del Pacífico:
Ruta aérea + marítima desde Tahití
- Volar a Papeete, capital de Tahití.
- Tomar otro vuelo a Mangareva, en la Polinesia Francesa.
- Desde allí, recorrer en barco los 480 km restantes a Pitcairn (32 horas de viaje).
Nota: no hay servicio regular de barcos, por lo que se debe coordinar con antelación en el sitio oficial de turismo de la isla.
Cruceros desde Sudamérica
Algunos cruceros especializados que parten desde Chile o Perú hacen escala en Pitcairn, aunque los precios suelen ser elevados y las paradas breves.
Tours privados
Existen agencias que ofrecen paquetes que incluyen también visitas a las islas Henderson, Ducie y Oeno, con precios que superan los $3,000 dólares, sin incluir alojamiento.
Hospedaje y servicios en la isla
No hay hoteles en Pitcairn. Los visitantes deben alojarse en casas de los pobladores, con precios mínimos de $100 dólares por persona por día. La electricidad es limitada, no hay bancos, y la conectividad a internet es baja.
Qué ver en Pitcairn
A pesar de las dificultades, la isla ofrece una experiencia inigualable:
- Christian’s Cave: una cueva natural donde se refugió Fletcher Christian.
- St. Paul’s Pool: formación rocosa con agua cristalina ideal para nadar.
- Cielo estrellado: uno de los cielos más limpios del mundo para observar estrellas.
- Museo del Bounty: una pequeña muestra de objetos relacionados con la historia del motín.
Estrategia de repoblación: tierras para quien quiera quedarse
Ante la disminución poblacional, el gobierno de Pitcairn lanzó una estrategia de inmigración controlada. Invitan a extranjeros que puedan aportar habilidades útiles a la comunidad (carpintería, enfermería, energía solar, etc.) y les otorgan terrenos gratuitos para que se establezcan. El proceso de solicitud es riguroso, pero quienes logran ser aceptados encuentran una vida radicalmente distinta.
Los desafíos son enormes: desde el aislamiento extremo hasta la falta de servicios básicos. Sin embargo, para algunos, representa la oportunidad de vivir en uno de los pocos lugares del planeta aún fuera del sistema globalizado.
Islas Pitcairn: Entre la utopía y la advertencia
Pitcairn es un destino que fascina, desconcierta y desafía. Una isla que representa lo mejor y lo peor del aislamiento humano: desde la resiliencia de una pequeña comunidad hasta las sombras de una historia marcada por el crimen.
Hoy, la lucha por preservar su población, su cultura híbrida y su independencia parcial, se da en un contexto de incertidumbre global. Aún con sus controversias, Pitcairn sigue capturando la imaginación de quienes buscan algo más que un destino turístico. Lo que allí se encuentra no es solo un paisaje, sino un fragmento vivo de la historia marítima, del colonialismo y de la capacidad humana para reinventarse incluso en los rincones más alejados del mundo.
