Cuando no sepas de algo, llama al que sabe. Si no conoce a esa persona, busque en organismos públicos tipo ICEX, Cámaras de Comercio, Asociaciones Empresariales
Después de 35 años dando vueltas por el mundo, he vuelto al principio. Mi primer trabajo fue con el mejor comercial que he conocido nunca, una persona con una imaginación y capacidad creativa y de generación de negocios excepcional, era capaz de venderte algo que no funcionaba, pero mejor aún, salías de las reuniones de 5 horas convencido de que el movimiento continuo existía.
Tarde unos años en darme cuenta de con quién estaba, consecuencia de mi juventud, y siempre me acordaré de mi padre –técnico puro, con quién colaborábamos- que salía de aquellas reuniones escandalizado de la credulidad de los interlocutores de mi jefe que salían de allí como si fueran a ser los más ricos del mundo con el negocio que les habían propuesto.
El “marrón” me lo acababa comiendo yo luego, intentando bajar a niveles controlables aquellos aviones que volaban a 15.000 metros de altura y conseguir que no se estrellaran, y aún así en algún caso no logré evitar la catástrofe.
Tras muchos años en los que mi jefe le rompía los cántaros a la lechera y aguantando utopías, me fui y comencé mi propia aventura profesional. Después de varios años, con éxito dispar, descubrí que todo lo que había aprendido en 20 años podría ser de utilidad para nuevos empresarios y emprendedores y, entré en el mundo de la consultoría.
Desde 2002 asesoro a algunos de los organismos españoles, autonómicos y de otros países en materia de internacionalización y generación de nuevos negocios, sector en el que he hecho grandes amigos entre mis clientes, que sé que me aprecian y hemos conseguido resultados destacables, y he conocido, menos mal que son muy pocos, a una serie de personajes que se dedican a contar milongas a las empresas y hacerles perder tiempo y dinero, vendiendo que saben mucho de emprendimiento y marketing digital, cuando en realidad no saben nada o, si saben algo, lo utilizan mal y perjudicando a sus clientes y a los que intentamos dignificar la profesión de consultor.
Escribo estas líneas para prevenir al empresario y al emprendedor de que no hay “duros a cuatro pesetas” y que apliquen aquello de “dime de lo que presumes y te diré de lo que careces” con estos “gurús” de pacotilla sin ninguna formación más allá que la que les han impartido otros como ellos, creando una suerte de rueda que se retroalimenta en jornadas, seminarios, charlas, etc. que, al final no llevan a ningún sitio sino a perder tiempo y dinero.
Un consultor que se precie debe entender y tener claro cuál es el negocio de su cliente e intentar tener claro que es lo que éste busca y decirle siempre la verdad por dura que esta sea y aunque implique un posible fin de su relación profesional. De todos es conocido que una mentira se tapa con otra hasta que se llega a un punto de no retorno y el tema explota con consecuencias muchas veces desagradables.
Esta escasa formación de los “pseudo gurús”, es especialmente visible en el mundo digital y del emprendimiento. Por el hecho de saber utilizar mejor o peor las herramientas, apps o software disponibles no se es más listo, sólo se tiene más práctica, lo importante es interpretar el entorno y los resultados de las actividades que se realizan y adaptarse a las circunstancias de la empresa. Nos venden globalización y sin embargo hay algunos que recomiendan entrar en el mundo del e-commerce vendiendo localmente para luego ampliar a global. Esto es totalmente lo contrario a lo que implica la propia globalización y la esencia de las redes sociales. Al final: la ignorancia es muy atrevida…
No todo es susceptible de venderse “online”, y aun siéndolo, cada producto o servicio se debe vender conforme a sus características, la estandarización que muchos pretenden es una falacia. Si las actividades en el entorno digital no están alineadas con los objetivos generales de la empresa y su filosofía, el fracaso está asegurado.
Para evitarlo, mi recomendación es muy simple y muy sencilla: “Cuando no sepas de algo, llama al que sabe”. Si no conoce a esa persona, busque en organismos públicos tipo ICEX, Cámaras de Comercio, Asociaciones Empresariales, y pida consejo al menos a 3 de estos expertos antes de tomar una decisión.
Una vez tenga claro lo que tiene que hacer, haga lo que hace en otros campos de su empresa, pida varias ofertas para el mismo servicio. En este mundo del “e-commerce” se va a sorprender de la disparidad de cotizaciones, desde lo increíblemente barato a lo desorbitadamente caro. Vuelva entonces a pedir consejo al que sabe para qué le diga por quién decidirse, así minimizará sus probabilidades de equivocarse.
Lo mismo es aplicable al mundo del emprendimiento, menos charlas y frases que vendan empatía y modernidad y más centrarse en analizar en profundidad la idea de negocio y analizar su viabilidad, realizando un Plan de Negocio lo más serio y restrictivo posible, que pueda ser analizado y evaluado por los posibles inversores o financiadores del mismo y que proyecte, desde el principio una imagen de seriedad, profesionalidad y sensatez, que es en el fondo lo que busca aquel que va a arriesgar su capital con el emprendedor.
Estos gurús del “como emprender” viven a costa del que quiere realmente emprender, vendiéndole en la mayoría de los casos obviedades y generalidades, por las que cobran bien del potencial emprendedor bien de organismos públicos o privados que de buena fe creen que el personaje sabe de lo que habla.
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