Más del 85% del comercio internacional de mercancías se transporta por vía marítima. Esta cifra no solo subraya la importancia que tiene el transporte marítimo internacional, sino que lo convierte en un eje estratégico y vulnerable de la economía global.
Sin embargo, pese a su relevancia crítica, la geoestrategia marítima rara vez es analizada en profundidad por los profesionales del comercio exterior. La reciente inestabilidad en el Mar Rojo, las disrupciones en el Canal de Panamá, o el bloqueo del Canal de Suez en 2021 son solo algunos ejemplos de cómo este sistema vital puede verse comprometido con consecuencias inmediatas para las cadenas de suministro globales.
El escenario actual requiere una mirada renovada a las teorías fundacionales de la geopolítica naval, como las del almirante Alfred Thayer Mahan, cuyas ideas, formuladas a finales del siglo XIX, resuenan con fuerza hoy en día.
Mahan y los pilares del poder marítimo
La influencia de Mahan en la estrategia naval y comercial moderna es incuestionable. Su tesis principal sostiene que las potencias marítimas, aquellos Estados con dominio de los océanos, tienen una ventaja estratégica permanente sobre las potencias continentales. Para alcanzar este estatus, una nación necesita tres pilares:
1. Ventaja geográfica
Una posición geográfica estratégica facilita el acceso a los océanos. Mahan cita como ejemplo a Reino Unido, rodeado por agua, o Estados Unidos, con costas en el Atlántico y el Pacífico, interconectadas por el Canal de Panamá. En ambos casos, la conectividad interna mediante ríos navegables y acceso a puertos eficaces refuerza el potencial logístico.
2. Cultura marítima y masa crítica poblacional
No basta con estar bien ubicado. Mahan señala la importancia de una mentalidad marítima, de una sociedad que entienda y valore el comercio y la navegación como parte de su identidad nacional. A esto se suma la necesidad de contar con una población significativa que pueda sostener el desarrollo económico y comercial asociado a este modelo.
3. Apoyo estatal y proyección exterior
El tercer pilar es la existencia de un Estado que apoye con políticas públicas la creación de una industria marítima nacional, invierta en una flota mercante poderosa y disponga de una marina de guerra eficaz que garantice la seguridad en las rutas comerciales. Esto incluye la creación de puertos de apoyo en el exterior, reforzando la capacidad de proyectar poder y proteger intereses comerciales globales.
Chokepoints: puntos críticos en el transporte marítimo
El dominio de los mares depende de rutas clave y estrechos estratégicos conocidos como chokepoints, donde incluso una interrupción temporal puede afectar miles de millones en mercancías. De todos ellos, destacan tres:
1. Estrecho de Malaca
Este paso conecta el sudeste asiático con el Océano Índico, y por él circula el grueso del comercio marítimo entre Asia y Europa. También es la vía principal por donde China importa el 80% de su petróleo, lo que lo convierte en una zona altamente vulnerable para la economía china.
2. Canal de Suez y Estrecho de Bab el-Mandeb
Un incidente como el encallamiento del Ever Given en el Canal de Suez en 2021 paralizó el comercio mundial durante casi una semana. A esto se suman las recientes tensiones en el Mar Rojo, donde grupos insurgentes han atacado embarcaciones, complicando el paso por el Estrecho de Bab el-Mandeb. Aunque la industria marítima ha reaccionado con resiliencia, las disrupciones tienen costos crecientes.
3. Canal de Panamá
El Canal de Panamá, afectado recientemente por problemas de sequía y congestión, ha perdido capacidad operativa. Esto obliga a redirigir tráficos por rutas más largas o costosas, como el Cabo de Hornos, incrementando los tiempos de tránsito y los costos logísticos globales.
China y Estados Unidos: la disputa marítima del siglo XXI
La rivalidad entre China y Estados Unidos no solo se juega en el terreno económico o tecnológico, sino cada vez más en el ámbito marítimo-geoestratégico. China ha dejado atrás su papel tradicional de potencia continental para adoptar un modelo híbrido, con una expansión decidida hacia el Pacífico y el Índico.
El Mar del Sur de China: epicentro de tensiones
China reclama la soberanía del Mar del Sur de China basándose en supuestos derechos históricos. Este mar es rico en recursos energéticos, pesca, y más importante aún es clave para las rutas comerciales del Indo-Pacífico. La construcción de islas artificiales con bases militares chinas en zonas disputadas ha tensado las relaciones con sus vecinos y con Estados Unidos.
Taiwán: más que una isla
La cuestión de Taiwán representa un posible punto de inflexión. Aunque su estatus político es complejo, desde el punto de vista geoestratégico, su control por parte de China le otorgaría a esta última una salida directa al Pacífico, rompiendo el “collar de perlas” de islas que la contiene. Esto modificaría radicalmente el equilibrio naval en Asia.
La estrategia marítima de China: siguiendo el manual de Mahan
China está replicando con precisión los postulados de Mahan, lo que le está permitiendo disputar la hegemonía marítima a Estados Unidos:
1. Desarrollo de flota mercante
China lidera la construcción de buques mercantes. En 2024, más del 51% del tonelaje mundial fue fabricado en astilleros chinos, seguido por Corea del Sur y Japón. Este dominio industrial le permite controlar gran parte de la capacidad logística marítima global.
2. Vocación empresarial global
El gobierno chino apoya la expansión de empresas logísticas como COSCO Shipping o China Merchants Group, que están adquiriendo terminales portuarias clave en África, Europa y América Latina. Esta expansión global otorga a China una infraestructura paralela a su estrategia comercial.
3. Marina de guerra en expansión
China ha acelerado la construcción de portaaviones, destructores y submarinos, muchos con tecnología comparable a los estándares occidentales. Además, ha creado bases navales estratégicas como la de Yibuti en el Cuerno de África, ampliando su capacidad de proyección más allá del mar de China.
Nuevos riesgos y escenarios posibles
La militarización del espacio marítimo, la guerra híbrida y el uso de tecnología de doble uso para el control del tráfico son parte del nuevo tablero geoestratégico.
1. Riesgos de ciberataques y desinformación
El transporte marítimo depende de sistemas digitales para la navegación, el control de carga y la seguridad. Esto lo convierte en un blanco para ciberataques o acciones de guerra híbrida, donde actores estatales o no estatales pueden interferir sin necesidad de medios convencionales.
2. Fragmentación de rutas y aumento de costos
Las rutas tradicionales podrían volverse inviables en escenarios de conflicto. Esto obligaría a las navieras a diversificar sus trayectos, lo que incrementaría los tiempos de entrega y costos logísticos, afectando directamente los precios de productos en destino.
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