países en desarrollo

Una escena recurrente en la historia económica mundial: los líderes de países en desarrollo debaten si proteger sus industrias locales o abrir sus economías al mundo. ¿Deberían imponer aranceles o confiar en las fuerzas del libre mercado? Mientras que las tendencias globales empujan hacia la liberalización comercial, los países en desarrollo siguen utilizando los aranceles como herramienta para su competitividad y crecimiento.

El impacto de los aranceles en el comercio de países en desarrollo

Aranceles: una herramienta tradicional que no pierde vigencia

Los aranceles son un mecanismo histórico en la política comercial internacional. Desde el siglo XIX hasta hoy, han servido como barrera de protección para industrias nacionales y como fuente fundamental de ingresos para los gobiernos.

Aunque los acuerdos multilaterales y regionales, como los impulsados por la Organización Mundial del Comercio (OMC) o tratados de libre comercio, han reducido las tasas arancelarias a nivel global, la realidad para muchas economías emergentes es diferente. En sus mercados, los aranceles continúan teniendo un peso considerable en la configuración de su estructura económica y en la definición de sus perspectivas de desarrollo.

La función recaudadora de los aranceles en países en desarrollo

En primer lugar, los aranceles son una fuente de recaudación fiscal insustituible para muchas naciones con sistemas tributarios débiles.

En economías donde la administración de impuestos directos como el IVA o el impuesto a la renta es limitada por la informalidad o la falta de capacidad institucional, los aranceles permiten obtener ingresos esenciales de manera relativamente sencilla. Esta recaudación financia servicios públicos vitales como infraestructura, educación y salud, pilares para cualquier proyecto de transformación social y económica.

Algunos países africanos, por ejemplo, obtienen hasta el 25% de sus ingresos fiscales a través de los aranceles de importación. Esta realidad muestra la persistente relevancia de los aranceles en las finanzas públicas de los países en desarrollo, a pesar de las presiones para liberalizar sus economías.

Protección a industrias nacientes: el arte de cultivar competitividad

Más allá de la función fiscal, los aranceles tienen un propósito estratégico: proteger industrias nacientes.

Este enfoque, conocido como la "teoría de la industria infantil", sostiene que ciertos sectores necesitan protección temporal hasta alcanzar un nivel de competitividad que les permita sobrevivir en el mercado global.

En sectores como la agricultura, el textil o la manufactura ligera, donde los países en desarrollo tienen ventajas comparativas pero enfrentan competencia feroz de gigantes consolidados, los aranceles permiten dar tiempo y espacio para madurar capacidades productivas.

Por ejemplo, Vietnam utilizó políticas arancelarias selectivas en los años 90 para desarrollar su industria textil, que hoy es uno de los principales motores de su economía de exportación. La protección bien aplicada puede generar clústeres productivos, aumentar el empleo y construir bases industriales sólidas.

Aranceles y acceso a mercados: un desafío persistente

Los aranceles no solo impactan en la dinámica interna de un país; también son determinantes para su acceso a mercados externos.

Si bien las economías avanzadas ofrecen esquemas de acceso preferencial a exportaciones provenientes de países en desarrollo, como el Sistema Generalizado de Preferencias (SGP) o iniciativas como "Everything But Arms" de la Unión Europea—, existen sectores estratégicos donde los altos aranceles persisten.

Particularmente en productos agrícolas y de confección, los exportadores del sur global enfrentan barreras significativas que limitan su capacidad de inserción en cadenas globales de valor. Esta discriminación arancelaria reduce sus márgenes de ganancia, inhibe inversiones y perpetúa su dependencia de materias primas de bajo valor agregado.


La trampa de la escalada arancelaria

Un problema adicional que enfrentan los países en desarrollo es la llamada escalada arancelaria: mientras que las materias primas gozan de aranceles bajos o nulos, los productos procesados enfrentan tarifas más altas en los mercados internacionales.

Este patrón desincentiva la transformación industrial local y promueve la exportación de bienes primarios en lugar de productos con mayor valor agregado. Como consecuencia, muchas economías emergentes quedan atrapadas en modelos de bajo desarrollo industrial, dependientes de commodities.

El caso del cacao africano es ilustrativo: mientras que las exportaciones de granos de cacao tienen un bajo arancel, el chocolate procesado enfrenta barreras más elevadas, lo que limita las oportunidades de las economías productoras para capturar más valor en la cadena.

¿Qué riesgos implica una política arancelaria elevada?

Aunque los aranceles tienen beneficios claros, también entrañan riesgos si no se aplican con prudencia.

Primero, altos aranceles aumentan el costo de los bienes importados, afectando directamente a los consumidores locales, en especial a los más vulnerables. El encarecimiento de insumos y bienes de capital también puede afectar la competitividad de las propias industrias nacionales.

Segundo, una dependencia excesiva de los aranceles puede reducir los incentivos para que las empresas locales mejoren su productividad y calidad, amparadas por la protección estatal.

Finalmente, una política comercial cerrada puede provocar represalias y limitar el acceso a mercados estratégicos, frenando las oportunidades de crecimiento a largo plazo.

El arte del equilibrio: entre protección y apertura

Los responsables de la política comercial en los países en desarrollo deben navegar una senda estrecha.

Por un lado, deben usar los aranceles de manera inteligente para apoyar sectores estratégicos, fomentar el desarrollo industrial y generar ingresos fiscales. Por otro, necesitan evitar el aislamiento económico, promoviendo la integración en mercados globales cada vez más competitivos.

Una estrategia óptima podría incluir:
  • Aranceles selectivos y temporales para sectores con potencial de escalamiento.
  • Programas paralelos de mejora de la productividad, para que las industrias protegidas evolucionen rápidamente.
  • Diversificación de fuentes fiscales, reduciendo la dependencia exclusiva de los aranceles.
  • Negociaciones activas para lograr mejores accesos preferenciales a mercados desarrollados.

Tendencias globales y el futuro de los aranceles

Las dinámicas globales también están remodelando el escenario de los aranceles.

Nuevas tendencias como la transición verde, la digitalización y la reconfiguración de las cadenas de suministro post-pandemia están generando nuevas formas de proteccionismo, a menudo disfrazadas de normativas técnicas o estándares ambientales.

Además, el auge de disputas comerciales —como la guerra arancelaria entre Estados Unidos y China— demuestra que incluso las grandes potencias no han renunciado a los aranceles como herramienta de política económica.

En este contexto, los países en desarrollo deben vigilar no solo las tarifas nominales, sino también las nuevas barreras no arancelarias que puedan afectar su competitividad.

Adaptarse a esta realidad requiere capacidad de negociación, innovación en productos y estrategias de inserción en nichos de mercado menos expuestos a altos aranceles o nuevas formas de proteccionismo.

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