En el comercio internacional, cada detalle cuenta. Una factura mal emitida, un código arancelario incorrecto o una etiqueta incompleta puede significar no solo retrasos, sino sanciones económicas y pérdida de confianza en los mercados internacionales. Entre estos aspectos críticos se encuentra el etiquetado del país de origen, un requisito normativo que muchas empresas subestiman hasta enfrentarse a consecuencias costosas.
El país de origen de un producto puede parecer un dato evidente, pero su definición no está armonizada a nivel global. Incluso la Organización Mundial del Comercio (OMC) reconoce que no existe un consenso único sobre su interpretación. Esta falta de uniformidad genera dudas y, en ocasiones, errores que pueden derivar en multas, retenciones en aduanas o la imposibilidad de ingresar a determinados mercados.
¿Qué significa país de origen en el comercio internacional?
El país de origen se refiere al lugar donde un bien fue producido, fabricado o ensamblado. Sin embargo, la definición puede variar según la legislación aduanera de cada país y según los acuerdos comerciales aplicables.
- Para algunos países, el país de origen es aquel donde el producto fue íntegramente fabricado o extraído.
- Para otros, el origen se determina donde ocurrió la última transformación sustancial, es decir, donde el producto adquirió sus características esenciales.
Esta diversidad de criterios explica por qué un exportador puede cumplir las reglas en un mercado y, al mismo tiempo, incumplir en otro.
La OMC, a través del Acuerdo sobre Normas de Origen, establece principios generales, pero deja a cada país libertad de definir criterios específicos. Por ejemplo:
- La Unión Europea aplica reglas estrictas sobre transformación sustancial.
- En Estados Unidos, la Aduana exige un marcado claro y visible con la frase “Made in” o equivalente.
¿Qué es el etiquetado del país de origen?
El etiquetado del país de origen es la obligación legal de marcar los productos con la indicación del país en el que fueron fabricados o ensamblados. Este etiquetado debe ser claro, permanente y visible para el consumidor final y para las autoridades aduaneras.
No se trata de un detalle de marketing, sino de un requisito de cumplimiento normativo. Los productos que carecen de esta información, o que la presentan de manera incorrecta, se consideran no conformes y pueden ser rechazados en aduanas.
Consecuencias de un etiquetado incorrecto:
- Multas y sanciones económicas impuestas por las autoridades aduaneras.
- Demoras en los embarques y costos adicionales de almacenaje.
- No admisión del producto en el país de destino.
- Daños reputacionales, ya que un error en etiquetado puede interpretarse como intento de fraude.
“Made in” vs “Assembled in”: ¿cuál es la diferencia?
Una de las confusiones más comunes es el uso de las expresiones “Made in” (Hecho en) y “Assembled in” (Ensamblado en). Aunque parecen similares, tienen implicaciones regulatorias distintas:
“Made in [país]” → Se utiliza cuando el producto fue fabricado o transformado sustancialmente en dicho país. Es obligatorio cuando la etiqueta menciona otra localidad que podría inducir a error al consumidor.
“Assembled in [país]” → Indica que el producto fue ensamblado en un país específico, aunque sus componentes provengan de varios países. Puede complementarse con frases como “from components of [país de los insumos]”.
Usar una frase incorrecta no solo engaña al consumidor, sino que también constituye una infracción ante las autoridades aduaneras.
Buenas prácticas para asegurar un etiquetado correcto
1. Aceptar la realidad del origen
El país de origen es un hecho objetivo. Si una empresa no desea que su producto muestre cierto origen, debe replantear su cadena de producción o abastecimiento.
2. Integrar el etiquetado en la estrategia de marketing
Aunque la ley no regula específicamente la publicidad, muchas aduanas consideran que si un producto se comercializa en catálogos u online, también debe reflejar de manera clara su origen.
3. Incluir al área de cumplimiento normativo desde el inicio
El equipo de trade compliance debe participar en el proceso de revisión de productos desde la fase de diseño, para evitar problemas no solo con el origen, sino también con la clasificación arancelaria.
4. Tener un plan de contingencia
Si un embarque presenta problemas de etiquetado, en lugar de reexportar, puede almacenarse en un depósito aduanero y corregirse allí, siempre que las autoridades lo permitan.
5. Consultar con expertos
El apoyo de agentes de aduana o asesores legales es una práctica recomendada. Documentar estas consultas demuestra diligencia razonable ante las autoridades.
En definitiva, un etiquetado correcto significa cumplimiento aduanero, confianza del consumidor y ventaja competitiva en los mercados internacionales.
